domingo, 5 de julio de 2009

Mi vida Rosa

Nos sentimos mayores. Mayores cuando de pronto suena esta canción una noche, y nos la sabemos, y la cantamos a gritos. Y peor cuando las de 23 años que vienen con nosotras nos miran con cara de "¿?"...

2 comentarios:

pobre-fisgón dijo...

Lo estoy viendo: risas primero, luego desprecio, con la feliz autosuficiencia propia de la edad.

Imagínate, pues, cuando, con la misma diferencia de edad, te ilusionas intentando abrir el corazón a quien te saca esa diferencia de años.

No es el qué dirán, eso no importa. Es, en ambos casos, esa patética sensación de ridículo, de pobre hombre, de viejo verde, de iluso y gagá, que te acompañará, desde entonces, cada minuto, como un lastre vital.

Imagínatelo, pero, por Dios, que nunca te pase.

RequetePa dijo...

Quiero pensar que la diferencia de edad nunca se convierte en motivo de desprecio.
Si ya es complejo que varias personas acuerden algo, peor es que diferentes generaciones se entiendan: el ritmo vital no es el mismo.
Respecto a la sensación de ridículo, un solo consejo: es inútil el sentido de ridículo. Normalmente se siente respecto a algo que ya sucedió, así que no tiene sentido. Además no soy partidaria de la autocensura.
Hoy nos sentimos mayores, vale. Mañana, lunes, puede que rejuvenezcamos ;)