martes, 11 de agosto de 2009

Auto...Censura

Cuan doloroso debe ser el no poder decir lo que se piensa sin temores...no?

Alberto Montt

Quizá hoy, primer día de la Lluvia de San Lorenzo, podamos solucionarlo.
El espectáculo comienza a las 3:00. No apto para madrugadores.

7 comentarios:

ao dijo...

mientras esperamos a lorenzo, muy respetado y activo estos días, respondo...¿no será peor temer preguntar por miedoa saber la verdad? eso viva la libertad.

Chan dijo...

el problema de las lagrimas de san lorenzo es que adespues las lagrimas por llegar tarde son las propias por culpa de la bronca de san lorenzo,no?

RequetePa dijo...

Al final no esperé lo suficiente por San Lorenzo...seica teño que estar cedo no traballo (precisamente para evitar percances de lágrimas propias). A ver si hoy las estrellas madrugan algo.

Y si la verdad se sabe, pero no se dice? Para que preguntarla. Pero si no se dice, tambien se supone que no existe...meditaré a las 12 con las estrellas sobre el tema.

Anónimo dijo...

autocensura, mirada mórbida, interferir... qué trío de vocablos con vibraciones negativas... ¿relacionados? Nunca es real la realidad, y menos la imagen que ésta proyecta en nosotros, o que nosotros nos esforzamos en ver y en creer que damos a ver.
Mira en tu interior...suena a cura no?

RequetePa dijo...

La imagen que damos a ver nunca es la misma que nosotros vemos. El caso es: los demás "no nos ven" porque no quieren, o porque nos obligamos a mostrar alguna carta bocabajo?
Mi interior no se deja mirar. Me autocensura.

Anónimo dijo...

¿cuestión de porcentajes? ¿por qué no se ve, o en qué porcentaje, por no querer mostrarse, obviemos ahora motivos, o porque realmente no quieren verlo? ¿Guardan relación los porcentajes con la importancia que le demos a la opinión de los demás, o a nuestros propios miedos?
En general, vamos.

RequetePa dijo...

Yo creo que un 80% no queremos mostrarlo, y el 20% restante, que no quieren verlo.
La mayoría del tiempo somos nosotros mismos que nos colocamos la armadura de cabalgar, y salimos así de paseo, a pesar del calor.
Cuando decidimos quitárnosla, nos sentimos ligeros, pero vulnerables.